Podríamos decir que este post es la segunda parte del post de “diferencias entre verduras con y y sin almidón”  ¿Estás preparado? Porque esto te interesa 😉

Los prebióticos son aquellas sustancias que son resistentes al ácido del estómago y de esta forma la microbiota puede emplearlas de forma selectiva para proporcionar un beneficio en la salud del hospedador. O sea, para nosotros y nuestro intestino.

Es importante remarcar que la mayor parte de las sustancias prebióticas son carbohidratos y en este post nos vamos a centrar en un tipo de carbohidrato, el almidón resistente. También conocido como almidón retrógrado. Este carbohirato está presente en determinados alimentos. No se digiere y llega intacto al colon donde la microbiota se encarga de digerirlo.

¿Quién no se pone contento cuando le dan su comida preferida?

Pues a las bacterias buenas les pasa lo mismo ;). El almidón resistente es su comida preferida y cuando se la damos se ponen felices. Tan felices que nos dan las gracias en forma de múltiples beneficios para nuestra salud como por ejemplo:

  1. Tienen efecto prebiótico beneficiando la composición y el funcionamiento de la flora intestinal, que tiene un papel importante en el sistema defensas del organismo.
  2. Pueden inducir la saciedad de forma efectiva en nuestro cuerpo, dado que retrasa la digestión y promueve la liberación de péptidos y hormonas que regulan el apetito.
  3. Son de gran ayuda a perder peso, ya que propicia la adecuada composición de la flora intestinal, sacian y también reducen el índice glucémico de los diferentes platos.
  4. Ayudan a prevenir la diabetes tipo 2 y la obesidad, así como para controlar estas patologías.
  5. Representan un estímulo intestinal, contribuyendo a la evacuación de nuestro aparato digestivo ayudando tanto a prevenir como a revertir el estreñimiento en el organismo.
  6. Fortalecen nuestro sistema inmunológico y mejoran la absorción de micronutrientes.

Pues tenemos buenas noticias. El almidón resistente se consigue de forma muy fácil sólo con cocer y enfriar los alimentos ricos en carbohidratos, como la patata, el cereal en grano o la pasta, legumbres, boniato, plátano maduro… 

Consejos para conseguir un almidón resistente

El proceso de convertir el almidón en almidón resistente se llama retrogradación, que consigue cambiar a nivel molecular el almidón. Para conseguirlo no se necesita un laboratorio, es sencillo realizarlo en casa.

El proceso de retrogradación es el siguiente:

  • Hervir agua.
  • Añadimos el alimento rico en almidón (cereal en grano, patatas, etc).
  • Una vez se haya cocinado, lo introducimos en la nevera.
  • Cuando se haya enfriado, ya estará listo para consumir (con almidón resistente).
  • Por último, se puede recalentar y servir.

Una observación a tener en cuenta es que, cuántas más veces se repita el proceso de calentado – enfriado, más resistente se volverá el almidón.

Disfruta de los menús saludables de freefood, platos llenos de verduras, legumbres y cereal en grano, de los que puedes aprovechar todos los nutrientes como del almidón resistente. Y es que, los menús FreeFood, al  estar cocinados con mucho amor por la FreeFood Kitchen y al guardarlos en frío en tu casa, inconscientemente (para ti, pero no para nosotros) favorecemos a que se genere ese almidón resistente tan beneficioso para ti.

Así que ya sabes, con el menú semanal de FreeFood, puedes cuidar tu microbiota aún más de lo que te pensabas.

¿Te animas a probarlo? Pide nuestro menú semanal, estamos seguros de que a ti y a tu microbiota os encantará.